La firma de Bera, que exporta con regularidad sus derivados de pato a 10 países y ya contempla su extensión a otros 15 mercados más, es Premio Alimenta Navarra 2018 a la Internacionalización.

El Salón de Actos del Centro de Negocios de la Ciudad Agroalimentaria de Tudela, CAT, acogió el 27 de noviembre la gran celebración anual del sector agroalimentario de Navarra que fue la III edición de los premios Alimenta Navarra 2018 a la industria agroalimentaria y gastronómica de la Comunidad foral, organizados por NavarraCapital.es, patrocinados por Bankia, el Ayuntamiento de Tudela, Eroski y Reyno Gourmet y en los que colaboró NAGRIFOOD.

Martiko fue reconocido con el premio a la‘Internacionalización’. De Martiko, el jurado de estos premios Alimenta 2018 destacó “su crecimiento en mercados como Japón, México, Suecia, República Dominicana, Hong Kong, Portugal, Francia, Dinamarca, Noruega, Catar o Tahití, entre otros” y ha querido premiar también “el trabajo desarrollado por esta empresa familiar líder y referente en el mercado exterior en la transformación de productos de pato”, además de resaltar “su labor en la adaptación de formatos, procesos y productos para el mercado internacional”.

Sus esponsables, que han cimentado su expansión en la excelencia, la gestión familiar, la mejora y la investigación constantes, contemplan la posibilidad de seguir expandiendo su negocio a otros 15 mercados más, donde ya exportan puntualmente. “Recibimos con ilusión y agradecimiento a NavarraCapital.es y a los miembros del jurado”, indica Joseba Martikorena, director general de la compañía. “Siempre es un placer que se reconozca y se premie el trabajo que se lleva haciendo desde hace tanto tiempo”, añade.

Este caso de éxito nació en 1986 de la mano del matrimonio Peio Martikorena y Agustina Damboriena. Aunque Peio poseía un taller de fontanería, montó junto con uno de sus primos una tienda en la frontera hispano francesa. En aquella época, un vecino le pidió un préstamo para crear una empresa de engorde de patos y elaboración de patés siguiendo el modelo de elaboración francés y, al no poder satisfacer la deuda, la familia se quedó el negocio en 1986 y lo denominó Martiko, en honor al apodo familiar.

La puesta en marcha de la compañía supuso una apuesta arriesgada, porque entonces los derivados del pato eran prácticamente desconocidos en nuestro país, pero ya desde entonces Peio y Agustina supieron transmitir a sus hijos: Joseba, Pilar, Pedro Mari y Fermín valores empresariales como el esfuerzo, el trabajo, la honradez y la austeridad.

Foto de familia de premiados y patrocinadores

Foto de familia de premiados y patrocinadores